El tamaño del vaso

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Hoy hacía un día espléndido, Álex, Jessica y los niños llevaban 2 días en Bora Bora y habían hecho ya de todo tipo de actividades. Hoy estaban dispuestos a salir ahí fuera y disfrutar de todas las posibilidades que la isla les ofrecía, así que cogieron sus cosas y fueron a una zona un poco retirada de la playa. A lo lejos, volvieron a ver aquella caravana, esta vez en otra ubicación diferente, pero cerca de donde la familia iba a ponerse a tomar el sol.

Los niños se fueron a jugar al mar, aunque Ethan llevaba días notando la falta de comunicación entre sus padres y por lo tanto, estaba pensativo y eso su hermano pequeño lo notó.

- ¿Que te ocurre, Ethan? Estás raro...
- No es nada, solo son cosas mías.
- Es por papá y mamá, ¿verdad?
- ¿Tú también lo has notado?
- Sí... pero no les culpes, a ti también te ha pasado, supongo que a veces pasan esas cosas.
- ¿A que te refieres? Creo que no hablamos de lo mismo...
- Que os habéis olvidado los tres de mi cumpleaños, pero no me importa, un despiste lo tiene cualquiera, por eso no tienes que juzgarles cuando a tí te ha pasado lo mismo.
- Dios... perdóname... sabes que nunca se me olvida... ¡felicidades, renacuajo!

Ethan abrazó a su hermano, sintiéndose muy culpable por haber olvidado el día de su cumpleaños.

- Eso está mucho mejor, ¡ya me has alegrado el día, Ethan!
- Seguro que mamá y papá se acuerdan pronto, ya lo verás.
- Eso espero, no por mí, si no para que dejes de estar pensativo, que se que es por eso.
- Sí, me has pillado jaja es por eso...

Mientras tanto Álex, que permanecía tumbado tomando el sol cerca de Jessica, al llevar un rato en el que la comunicación entre ellos brillaba por su ausencia, decidió levantarse sin mediar palabra y fue a ver que tal les iba a los niños. Jessica lo miró de reojo, era consciente de que a Álex le estaba afectando su situación, pero aún no estaba preparada para decirle lo que rondaba por su cabeza, así que volvió a tumbarse, para seguir pensativa, con la mirada perdida.

Álex vio como la caravana se acercaba más y aparcaba cerca de donde se encontraba. De ella bajó un chico y se dirigió a él.

- ¡Eyy! Bienvenidos al paraíso.
- ¡Gracias!
- Disfrutad de la estancia aquí, este lugar es único.
- Ya veo, aunque nosotros nos iremos en 3 días, pero intentaremos disfrutar al máximo. Soy Álex, encantado.
- Un placer, Álex. Nosotros no decimos nuestros nombres por privacidad.
- Vaya, es la primera vez que oigo eso, pero lo entiendo. ¿Vivís más gente ahí?
- Sí, somos 3, aunque técnicamente no vivimos ahí, tenemos una cabaña bastante chula, la Bellis la usamos para movernos y de vez en cuando acampamos por ahí.
- Me parece estupendo eso que hacéis y que viváis en este paraíso, pensaba que esto solo era un lugar de vacaciones. Un nombre curioso el de la caravana, por cierto.
- Sí, llevamos ya un tiempo aquí, costó llegar, pero al fin estamos aquí. Lo de la Bellis es una larga historia, digna de enmarcar, algo importante para nosotros.
- Lo suponía, eso es algo bonito.
- Más de lo que imaginas. Por cierto, he venido para invitarte a la reunión de esta noche, hacemos aquí mismo una hoguera y nos juntamos todos con música, es como una especie de fiesta, pero de relax. ¿Os apuntáis?
- Claro, ¿porqué no? Así nos presentamos todos.
- A eso de las nueve, ya estará todo organizado, así que pasaros cuando queráis.
- ¡Genial! Nos vemos luego, chico anónimo.

El chico sonrió y se despidió de él. Mientras se alejaba de vuelta a la caravana, Álex vio como Ethan se acercaba a él y cuando llegó a donde se encontraba, le propuso subir al hotel un momento porque necesitaba ir al baño, así que ambos subieron. Ya en el hotel, Ethan se sentó en la silla, en silencio y con la cabeza agachada. En seguida Álex se dio cuenta y se sentó junto a él.

- ¿Que te pasa, Ethan? Lo del baño era una excusa, ¿verdad?
- A mí no me pasa nada... ¿Que os pasa a vosotros? Os habéis olvidado del cumpleaños de mi hermano y se que hay algún motivo detrás que no me queréis contar.
- Madre mía... que desastre, tengo la cabeza en otro sitio, ahora se lo diré a tu madre e iremos a comprarle un regalo para darle una sorpresa, gracias, hijo. ¿Era eso lo que te preocupaba?
- Evidentemente, no. Se que os pasa algo, estáis raros y ese es el motivo por el que se os ha olvidado su cumple.
- Yo no puedo saber lo que le pasa a tu madre, no consigo que me lo cuente, yo solo sé lo que me pasa a mi.
- ¿Y a tí que te pasa?
- Verás... coge esa botella de ahí y ábrela.
- ¿Para que? No es momento para uno de tus trucos de magia.
- Tú hazme caso, coge la botella.
- Está bien.
- Ahora llena el vaso que tienes ahí delante.
- Vale... ¿así está bien?
- Sigue llenándolo.
- Pero... está al límite de sus capacidades.
- No pares de vertir agua sobre el vaso.
- Ala, ya sé ha liado, hemos manchado la mesa, el agua se ha desbordado.
- No te preocupes, es solo agua, que desborde no es malo, lo malo seria que se siguiera llenando y no desbordara.
- Eso es científicamente imposible.
- Exacto, con lo que, ¿ Que solución le habrías dado? ¿ dejar de llenar el vaso intentando dejar de lado todo ese agua que cae y que probablemente el vaso siga queriendo recibir o cambiar el tamaño del vaso para que tenga más aguante y así soportar más agua?
- El vaso que había aquí, era este, si lo hubieras cambiado, hubiera sido otro vaso diferente. Hubiera sido más coherente dejar de llenarlo, incluso compartir ese agua con otros vasos, pero nunca sustituir el vaso, porque si no, ya no sería el mismo.
- Tienes razón... no me había parado a pensarlo.
- Papá...tú eres el vaso, ¿verdad? No sabía que te sentías así...
- Eres un hacha con las metáforas, hijo. Desbordar es algo temporal, pienso averiguar lo que le ocurre a tu madre, y volver a la vida que teníamos antes.
- Sabes que cuando desbordes, puedes contar conmigo.
- Lo se, Ethan, eres un niño muy maduro para tu edad. ¿Volvemos?
- Claro, papá.

Ambos volvieron a la playa, Álex habló con Jessica sobre lo del cumpleaños y fueron a comprar algo para el niño, pero no sin antes pedirles a los aventureros de la Bellis si podían quedarse un rato echándoles un ojo a los dos pequeños y accedieron sin problema. Todos se dispersaron un poco, esta vez fueron las dos chicas las que se quedaron con los niños mientras el chico de los aventureros organizaba la fiesta nocturna. La mayor de las chicas de la Bellis se quedó con Ethan y aprovechó para conocerlo un poco.

- bonito corte de pelo, menos mal que lleváis el pelo diferente, tu hermano y tú sois iguales.
- Soy un año más mayor que él, pero la gente nos confunde siempre.
-Ya veo, ¿como te llamas?
- Me llamo Ethan, ¿Y tú?
- No se me permite decirlo aquí, pero puedes llamarme eme.
- Que rara eres, eme. ¿ Sabes que al lado de mi casa hay un lago enorme?
- ¿De verdad? Que guay, así lo tenéis fácil para bañaros en verano.
- Vosotros aquí tampoco podéis quejaros.

Mientras tanto de forma paralela, la más joven de las aventureras estaba vigilando al pequeño de los hermanos y mientras jugaban en el agua, el pequeño se dirigió a ella.

- ¿Como te llamas?
- ¿ De verdad quieres saberlo? ¿ no prefieres mantener el misterio?
- ¿Que clase de misterio oculta un nombre?
- A todo se le puede dar el misterio que tu quieras, la clave está en que la otra persona quiera mantener vivo ese misterio. ¿ Y tú, como te llamas?
- Que filosófica eres... mi nombre es igual de misterioso que el tuyo, así que...
- Alaa, no vale copiarme, pero supongo que me lo he ganado.
- ¿Y que pasa cuando la otra persona pierde el interés por el misterio?
- Pues... supongo que se acaba el misterio, ya no tendría ningún sentido mantenerlo y caería por su propio peso.
- Eso sería triste si pasase, pero seguro que hay gente interesada en tus misterios, veo en tus ojos que se te da bien mantenerlos. Al menos, a mi ya me has dejado con la curiosidad de saber tu nombre.
- ¡Gracias! Alguna vez me lo dijeron... ¿ Y a tí que te gusta hacer?
- Pelear, artes marciales, mi hermano es muy bueno y siempre intento superarle.
- ¿ Y donde aprendéis? ¿Vais a alguna academia?
- Con YouTube nos sobra, allí aprendemos todo lo que necesitamos.
- Curioso... cuanto menos.

Pasaron la mañana hablando hasta que llegaron los padres de los niños, los recogieron y tras despedirse y quedar para la noche con los aventureros, se fueron a seguir con algunas de las actividades que Bora Bora les ofrecía.

Llegó la hora, la fiesta parecía divertida, por un momento parecía que todos se habían olvidado de sus problemas, allí junto a la hoguera, con la música, jugando a las cartas, hasta parecía que una de las aventureras estaba leyendo el futuro a la gente, pero...¿¿ Con las cartas del uno?? Otro de los misterios sin resolver, desde luego.

Álex vio como Jessica se levantaba con algo de prisa, al parecer para atender una llamada telefónica y se perdía por la playa. Al cabo de un rato, ya pensativo y sin ganas de continuar en la fiesta, Álex se decidió por dar un paseo en solitario por la playa y así lo hizo. Cuando llevaba un tiempo caminando, la vio, algo agitada, hablando aún por teléfono. Álex no sabía si acercarse o marcharse, pero mientras se lo pensaba, se percató de que Jessica lo había visto, así que colgó rápido el móvil y tras eso, se dirigió hacia ella. Cuando llegó a su lado, Jessica le miró a los ojos, dándose cuenta Álex que había estado llorando, así que le abrazó y ella volvió a romper a llorar.

- No tienes porqué contarme lo que te ocurre, voy a estar contigo igual, para apoyarte.
- Gracias, pero es injusto que des tanto sin recibir nada a cambio.
- Sabes que nunca lo necesité, para mí lo importante es que tú estés bien. Quiero preguntarte algo.
- Siempre has sido tan bueno conmigo... dime... ¿Que me querías preguntar?
- ¿ Aún me sigues queriendo?
- ¿Como puedes preguntarme algo así? Claro que te quiero, nunca dejé de hacerlo, es solo que he cometido errores y me cuesta tanto afrontarlos, pero te prometo, que a la vuelta del viaje, sabrás toda la verdad. Yo no te haré la misma pregunta, porque me lo demuestras día a día.
- Y lo seguiré haciendo, aunque ahora necesites tu espacio, sabes que siempre estaré ahí.
- No cambies nunca, Álex.

Los siguientes días no fueron mejor, Jessica esquivaba a Álex y ambos se fueron distanciando, sin saber él aún lo que estaba ocurriendo. A los niños también les empezó a afectar ver esa imagen de sus padres, la cual nunca habían visto con anterioridad. Volvieron a coincidir con los aventureros de la caravana y se siguieron conociendo un poquito más, hasta que llegó el día de salir de allí, pero lo que ocurrió después, lo contaré en la última de estas tres historias sobre el viaje de esta misteriosa familia en la isla, tal vez sea el desenlace de la historia o tal vez el comienzo, tal vez se sepa pronto, pero eso es algo que aún no puedo garantizar.

Lo único que puedo adelantar, esque todo tiene un significado y nada queda en manos del azar en la historia de esta familia, porque no soy partidario de dejar las palabras en manos del azar, todo círculo que se abre, debería cerrarse llegado el momento.

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