Extraído de

Este es un sitio web satírico. No lo tomes en serio. Es una broma.

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Esta es tu última oportunidad.
Sin importar lo que te haya traído hasta aquí, sin importar la forma en que hayas encontrado estas letras, esta es tu última oportunidad para volver atrás. Echa la revista a la trituradora Cierra el libro y ponlo de nuevo en la estantería. Sal de la cuenta y borra el historial del navegador. Hazlo y tal vez (solo tal vez) seas capaz de volver a disfrutar de la vida que has tenido hasta ahora. No te lo puedo garantizar. Pero si te puedo garantizar que sino paras ahora, si no te rindes ante la idea de ver cosas que se suponen invisibles, ni aprender cosas que se suponen incognoscibles, vas a alcanzar el punto de no retorno. Y más pronto de lo que esperas. Después ya no serás capaz de vivir en el mismo mundo que el resto de la gente. Querrás hacerlo Dios, como lo desearás, pero no será posible.

Esta es la última advertencia.
De acuerdo.
No me has escuchado.
Así que vamos al grano.

Si has llegado tan lejos, es posible que algo te haya ocurrido recientemente. Algo ha descorrido el velo de tus ojos durante un momento y ahora quieres saber más. Si estás convencido de meter tus narices donde no deberías, básicamente te tengo que decir dos cosas. La primera es algo que ya sabes. Algo que has sabido durante todas tu vida, algo que todos sabemos pero que nadie quiere admitir.

No estamos solos.

Lo sabías desde niño ¿verdad? Sentías su presencia en tu cama bien entrada la noche. Los veías por el rabillo del ojo cuando te ibas a dormir.

Toda cultura en la Historia conoce la verdad, que hay otros en el mundo junto a nosotros, otras inteligencias, otros "seres". Tienen miles de nombres: espíritus, dioses, gigantes, Ángeles, diablos, hadas, fantasmas, gules, santos, arcontes, magos, monstruos. Toda sociedad humana, desde el albor de los tiempos, ha mantenido la idea de que hay cosas que nos acompañan, cosas con sus propios planes, cosas dispuestas a todo cuando nos cruzamos en su camino. Incluso la Biblia los menciona cuando habla de gigantes en la tierra, ángeles en el camino y brujas en la cueva. ¿Y sabías que hay docenas de pinturas renacentistas colgadas en el Louvre que muestran objetos metálicos y lenticulares flotando en los cielos sobre Italia?

Únicamente en los tiempos actuales ha sido cuando los humanos (al menos los que vivimos en las ciudades más "modernas") han decidido que nos encontramos en la cima de la cadena alimenticia en solitario. Es ahora cuando hemos decidido que siglos de sabiduría han de ser ignorados, desechados o ridiculizados. Pero por mucho que nos esforcemos en lo contrario, la verdad siempre consigue salir a flote. La gente de Point Pleasant, al oeste de Virginia, fue testigo. En 1966, su ordalía dio comienzo con el avistamiento de una enorme criatura con apariencia de hombre, de ojos brillantes y alas de insecto. Durante todo un año, cientos de personas aseguraron ver al denominado "Hombre polilla" testigos creíbles, gente normal que jamás había realizado afirmaciones absurdas.

Hay infinidad de informes acerca de criaturas con características de humano y ave mezcladas, desde ángeles bíblicos hasta el kikiyaon "devorador de almas", cuya captura se aseguró haber sido llevada a cabo por exploradores europeos en Gambia durante 1939. A primera vista, resulta tentador colocar al Hombre-polilla en esta categoría, como algún tipo de criatura sobrenatural o de animal extraño. Pero entonces, ¿qué haríamos con las luces en el cielo sobre Point Pleasant, avistadas por múltiples testigos durante 1966? ¿O con las historias que mencionan extraños "hombres de negro" que aparecen en el pueblo y a veces advierten a la gente que no hablen sobre las cosas raras que ven? ¿O con la inusual conducta de estos, su raro acento, sus voces musicales, su poca familiaridad con los idiomas comunes a incluso los objetos más cotidianos, como un bolígrafo o un tenedor? Es casi como si dos o tres historias diferentes confluyeran en Point Pleasant, entremezclándose hasta el punto de hacer que uno sencilla explicación sea imposible.

Visité Point Pleasant hace cinco años para escribir sobre el incidente del Hombre-polilla. Hable con una mujer que abrió la puerta de su porche trasero solo para encontrarse cara a cara con un par de enormes ojos rojos. Cuando entró de nuevo en casa, aterrorizada, reparó en que habían transcurrido tres horas. Conversé con el anterior jefe de policía, quien había recibido una serie de llamadas telefónicas, siempre entre las dos y las tres de la madrugada, que le urgían a destruir los informes que había recopilado. Cuando grabó las llamadas, se dio cuenta de que la voz del interlocutor era idéntica a la suya.

Abandoné Point Pleasant con algunas jugosas historias bizarras, pero nada que no hubiera sido visto o contado antes. Y así debiera haber sido. Pero a la segunda noche de estar en casa, recibí una llamada telefónica de madrugada. Escuché una grabación de la discusión que había tenido con mi editor 12 horas antes (desde el principio hasta el fin). Al siguiente dia, cuando llevaba mi coche a que le cambiaran el aceite, sonó mi móvil. Me encontré escuchando lo que parecía una conversación. Dos hombres charlaban sobre (no tardé en darme cuenta) mi. Mencionaron mi nombre, mi dirección, la revista. Fui incapaz de saber de lo que hablaban en concreto. Aparte de los detalles sobre mi vida, sus afirmaciones eran bastante vagas y llenas de eufemismos que no tenían significado para mi. "El proceso", "Espacio débil", "Siete reinos".

Me pareció obvio que era la víctima de una broma pesada, quizá de algún colega de la revista. Pocos días después, dejé la ciudad para trabajar en otra historia, y de paso darme unas pequeñas vacaciones. Tres semanas. El día que regresé a mi apartamento, me crucé con un vecino y mencioné que me alegraba de volver. Se quedó perplejo y dijo que no se había dado cuenta de mi ausencia. Cuando le comenta que habla estado fuera tres semanas, me miró de forma extraña, y me contó que durante una tarde, dos días antes, me había tomado unas cuantas cervezas con él mientras veíamos un partido.

Cuando entré en mi apartamento, encontré tres semanas de correo en la mesa cerca de la puerta. No debería haber estado allí, puesto que había dado orden de que mi correo no saliera de la oficina postal. Pero allí estaba. Todo abierto y clasificado, justo de la misma forma en que yo lo hago. En mi cocina, la comida había sido abierta y medio comida. Había algunas cosas que simplemente habían desaparecido, y varios paquetes que nunca había visto.

Llame a mi portero, quien me aseguró que no había visto a nadie extraño en el edificio, ni en mi piso, y mucho menos entrando en mi apartamento. Excepto yo mismo. Recordaba haberme visto varias veces en las semanas en las que no había estado aquí. En una ocasión llamé a unos cuantos amigos. En otra, habíamos comido juntos. Y en otra más, estaba convencido de habernos encontrado en la calle y charlado unos diez minutos o así.

Entonces llamé a mi madre. Me dijo que había cenado con ella dos veces en las últimas tres semanas. En su casa. Había estado allí unas cuantas horas. Y no, no había actuado extrañamente, al menos desde su punto de vista.

Alguien había estado viviendo mi vida mientras estaba fuera. Partiendo de la base de que estas cosas ocurrieron realmente, has de preguntarte si hay una conexión entre este suceso y mi investigación del Hombre Polilla. ¿Pero qué tipo de conexión? ¿Alguien trataba de asustarme para que dejara de escribir sobre ello? ¿Quién? ¿El gobierno? ¿La gente de Point Pleasant? ¿El propio Hombre-polilla?¿Y por qué? No había revelado nada que no hubiera sido descrito docenas, sino cientos de veces desde los sucesos de 1966. Cuantas más vueltas le das, menos sentido tiene. Quienquiera que estuviese detrás de todo esto debería darse cuenta de que utilizar este tipo de tácticas con un periodista solo incrementaría su interés.

Se trataba de una estrategia sin piés ni cabeza para una conspiración del gobierno o de los mismos extraterrestres. Cuanto más pienso sobre ello, más creo que fue algún tipo de psicología inversa. Alguien o algo quería que siguiera investigando. Ya fuera porque querían que diera con la verdad, o porque no tenían miedo de que lo descubriera todo y les parecía divertido, como una especie de juego. No mucho después de que llegara hasta esta conclusión, fui visitado por los seres muñeca que han formado parte de mi vida desde entonces. Desde entonces he visto hasta diecisiete tipos distintos de humanoides alados. Tras contemplar al primero, decidí romper el contacto con amigos y familia (por su seguridad) y comencé a dejar historias en localizaciones ocultas.

El Hombre-polilla es un producto de la histeria de masas, pero de algún modo ha dejado su huella en el mundo real. Es el experimento secreto del gobierno, aunque los agentes enviados para ocultar su rastro poseen extraños acentos y carecen de habilidades sociales. Es un extraterrestre, pero los alienígenas que viajan por el espacio no son capaces de imaginar que resultarán extraños para los humanos ordinarios. Elige lo que quieras. Cuanto más te fijes, más te darás cuenta de que las piezas del puzzle no encajan. Cuantas más piezas encuentres, menos comprenderás.

He llegado a darme cuenta que no hay respuestas, solo más preguntas. Encontrar la verdad no es un objetivo asequible. A lo más que puedes aspirar es conseguir hacerte una idea de cuánto desconoces. Y esa es la segunda cosa que he de decirte. Crees que investigas en busca de verdades ocultas. Pero tú nunca encontrarás la verdad. No podrás. Cada misterio conduce a nuevos misterios. Es un laberinto sin salida, y la puerta por la que has entrado ha desaparecido. Aunque va contra el mismo instinto humano, has de asumir que todos tus esfuerzos e intentos por hallar la verdad están condenados. Lo mejor que puedes hacer es analizar los detalles con los que consigas hacerte.

Cada sombra oculta nuevas sombras.

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