Las huellas bajo mis pies

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Abrí los ojos estando bañado en sudor. Era consciente de que había tenido una pesadilla, aunque sólo recordaba a un encapuchado misterioso. Cogí mi teléfono, sin recordar muy bien en que día estaba, sintiéndome aturdido. Abrí la puerta de mi habitación tras haber abierto las ventanas, siendo lo más extraño no escuchar ni rastro de la naturaleza ahí fuera, ni el mísero cantar de un pájaro.

Bajé las escaleras de mi casa, intentando buscar a alguien, pero no había indicios de que nadie estuviera allí conmigo. Creí que simplemente habían salido a comprar, así que no le di mucha importancia. Había algunas cosas cambiadas, como si faltara algo importante. Faltaban algunos objetos personales que se hacían notar por su ausencia.

Bajé al sótano, dispuesto a comenzar con mi rutina de estudio, ya que siempre lo hacía ahí, pero al llegar, no encontré nada que indicara que yo vivía ahí. No estaban mis libros, mi consola, mi televisión, mi ordenador portátil... no había nada. Creí que nos habían robado, así que intenté llamar a mi madre, pero no había cobertura.

Salí de mi casa, para ir a casa del vecino, ya que el teléfono fijo tampoco daba señal, cosa que me asustó. En cuanto toqué al timbre, esperé durante largos segundos, pero nadie respondió, así que probé en unas cuantas más, a una hora bastante razonable de la mañana, pero nadie abría la puerta. Tampoco sonaba ningún coche a lo lejos, así que decidí caminar.

Caminé durante horas, tocando timbres, adentrándome en el pueblo, pero nadie abría, nadie pasaba por la calle, como si el mundo se hubiese tragado a las personas y mi habitación hubiera sido un bunker capaz de salvarme a mí solo. ¿Realmente estaba solo en el mundo? No podía creerlo, me negaba a creer algo así.

Comencé a correr, desesperado.

-¿¡Hay alguien!? ¡Por favor! ¡Necesito encontrar a alguien, hablar con alguien!

Sentía mis latidos acelerarse conforme avanzaba, corriendo hacia ninguna parte, sin saber cual era mi destino, ni cual había sido el de la gente. Corrí durante horas, gritando, sin poder evitar derramar algunas lágrimas al sentir cada vez más real que estaba solo en el mundo.

En un momento dado, mientras cruzaba un descampado, casi a las afueras del pueblo, una voz rompió el silencio

-¿Vas a alguna parte?

Me giré, con el corazón a mil debido al susto, pero emocionado al escuchar tras tantas horas una voz, pero mi sorpresa fue enorme al ver a un hombre con una barba frondosa, vistiendo una extraña gabardina, con un sombrero que no le sentaba nada bien y con unas gafas de sol, subido a una especie de, ¿alfombra?

-¿Que coño?

Dije por inercia al ver como aquella puta alfombra estaba levitando

-¿Eso es todo lo que tienes que decir? Sube... te llevaré a un lugar

Me ofreció y aunque no terminaba de fiarme de ese hombre dada su extraña apariencia y aparición, era al único al que podía aferrarme en ese momento. Me tendió la mano y yo se la cogí para subirme en aquella alfombra

-¿Que ha pasado con la gente?

Pregunté aún incrédulo

-¿Tú qué crees? ¿Acaso no se dejó de escribir en este... "universo"? ¿Que crees que ocurre cuando se deja de escribir sobre algo? Agárrate y piensa por el camino

Me agarré a aquel extraño hombre sin saber la enorme velocidad que pillaría esa alfombra. Creo que superamos la velocidad del sonido en cuanto salimos.

-No lo sé, no sé lo que ocurre cuando dejas de escribir. ¿Que tiene eso que ver con qué haya desaparecido la gente?

Pregunté con muchas dudas en mi cabeza.

-Se ha dejado de alimentar este lugar. Está en los recuerdos se alguien, fuera de aquí, pero tú hoy has vuelto a despertar por algo y esto es lo que ha quedado... desde dentro todo se ve muy diferente

Fruncí el ceño al no entender nada de lo que este tío tan raro me estaba queriendo decir.

-Ya... ¿a dónde vamos?

Decidió no responderme, aunque debido a la velocidad, el viaje no se hizo muy largo, pero su silencio hacia que lo pareciere. Nos adengramos en el mar y me limité a sentir la brisa en mi cara. No tardamos mucho en avistar una isla, una curiosa isla que estaba vacía aparentemente. El hombre aterrizó esa alfombra en la arena y me miró.

-¿Recuerdas este lugar?

Miré a mi alrededor y negué con la cabeza

-No... no logro recordarlo... ¿debería?
-No, no deberías, por una sencilla razón que pronto comprenderás

Suspiré, comenzando a estar harto de tanto misterio, a pesar de que es sabido que un buen misterio, siempre llama mi atención. Seguí al extraño hombre hasta un lado de la playa y algo en la arena llamó demasiado mi atención.

-¡Mira, hay huellas! ¡Alguien ha pasado por aquí recientemente!

El hombre me miró y negó con la cabeza.

-Destrúyelas...
-¿Que? ¿Por qué iba a hacer eso?
-Hazlo...

Me encogí de hombros, sin saber muy bien que coño quería este tío tan extraño exactamente y decidí borrar las huellas con mis pies, echando arena encima, deshaciéndolas a patadas, pero pronto volvían a dibujarse solas.

-¿Que cojones? ¿¡Es un fantasma!?

El hombre sonrió y me miró

-Eso no depende de ti. Acompáñame

De nuevo, seguí a este hombre, hasta una cabaña en esta ocasión. Cuando estábamos frente a ella, abrió la puerta y me señaló, para mí sorpresa, a una persona idéntica a mí, sentado en una silla, atareado con su ordenador portátil.

-¿Por qué... ese tío se parece a mí?

Pregunté entre dientes.

-¿Hola?

Le pregunté a él directamente, aunque no hubo respuesta por su parte

-No va a contestarte... está ocupado escribiendo una nueva página

Miré a la cara al hombre misterioso, dejando de lado a ese tío tan parecido a mí, ya que se le veía ocupado con lo suyo.

-¿Que es lo que está escribiendo que le tiene tan inmerso? ¿Una nueva página de que? ¿Está escribiendo una historia
-Sí. Está escribiendo una historia que dejó de escribir hace ya mucho tiempo. ¿No lo recuerdas? Claro... no puedes recordarlo. Tú vives encerrado aquí
-No entiendo que quieres decir. ¿A dónde vivo encerrado?

Pregunté mosqueado al solo incrementar mis dudas aquel hombre.

-Tú vives en este mundo. Ahí fuera no hay nada más. Sólo eres una pequeña parte de aquel que escribe... tu mundo cayó en el olvido y se fue destruyendo poco a poco, deconstruyendo.
-¿Ese tío que escribe, está relacionado conmigo?
-Él y otras dos personas crearon este lugar en el que vives. Tú formas parte de este sitio, al contrario que él, que pertenece a otro mundo, en el que si que hay más gente. Tus recuerdos parten de los suyos, por eso añoras a la gente, pero ese es otro mundo... no es el tuyo
-¿Y por qué no recuerdo nada?
-Porque este lugar se abandonó, pero él ha venido de visita. Mira

Señaló una extraña caravana, fuera de aquella cabaña, adornada con lo que parecía una margarita dibujada en ella.

-Ha venido en eso. No preguntes, flota... no le busques los tres pies al gato, o a la gatita en este caso
-Esa caravana antes no estaba ahí... ¿Como es posible?
-Ni tampoco ese puzzle

Dice mientras me señala hacia la mesa

-Este lugar está volviendo y volverá poco a poco si no vuelve a descuidarse tanto tiempo. Tú solo existes aquí, pues eres uno de los protagonistas de la historia que ellos comenzaron a escribir, los autores. Él nunca se olvidó de este lugar, pero su ausencia fue tan larga, que empezó a desmoronarse, todo... pero ha decidido volver a escribir, tal vez de visita, pero eso hará que todo vuelva a florecer

De nuevo, me señala esta vez hacia un jarrón de cristal, en el que hay una preciosa margarita.

-No va a permitir que todo esto desaparezca. Habian desaparecido muchas cosas, pero no se habían ido... estaban enterradas, bajo esas huellas. Hay huellas que son imborrables y esconden grandes historias, grandes recuerdos. Esas huellas, querido amigo, son una de ellas... bienvenido de nuevo, a tu mundo. Ahora solo falta que los demás integrantes, vuelvan a unirse. Bienvenido a casa, joven aventurero

Me quedé mirando aquella margarita cuando me acerqué a ella, viendo como comenzaba a brillar, cada vez con más intensidad. Tras unos segundos observando su brillo, miles de recuerdos comenzaron a asaltar mi mente. No, no había olvidado todo esto, solo lo tenía aletargado, en un rincón bien protegido, en lo más profundo de mi mente.

Me alegra que estas líneas se hayan escrito y espero que se lean con la misma ilusión con las que han sido escritas, ya que este fue un lugar refugio, no sólo durante muchas noches de aquel verano del 21, si no también, en aquellas noches en las que quien escribe estas líneas, necesitaba volver al refugio al menos por una noche, ya que a veces, todos necesitamos uno. Hasta pronto, fieles lectores.

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