El comienzo de una nueva historia supone el final de otra... o no

Este es un sitio web satírico. No lo tomes en serio. Es una broma.

2059 77016 Compartes

Ahí estaban el periodista, el genio y Firulais surcando el cielo sobre su alfombra mágica, al más puro estilo Aladdín pero sin el encanto de Jasmine. Iban rumbo a su nuevo destino, a vivir nuevas aventuras una vez que las anteriores parecían haberse acabado, aunque aún no sabían a dónde se dirigían. El futuro era incierto, sí, pero con ellos tres juntos, sería prometedor sin duda.
-Crees que les irá bien ahí abajo?-preguntó el periodista, algo preocupado porque la pesadilla que había visto sobre aquellos tres chicos no se volviese a repetir.
-Seguro que sí, querido amigo, no hay de qué preocuparse, esos tres son muy astutos, sabrán apañárselas solos. Además llevan consigo a esa chica tan misteriosa, así que sobrevivirán, no te quepa duda.-dijo el genio para calmar a su amigo.
-Chica misteriosa? No tengo ni idea de quién puedes estar hablando.-bromeó, ya que era plenamente consciente de que aquella era la chica que él mismo había elegido para precederle en su empresa como escritor de, quizás, éxito.

La alfombra surcó los cielos durante lo que parecieron siglos, pero que realmente fueron tan solo unos minutos. Comenzó a bajar la velocidad cuando se encontraban cerca de una nueva isla, ninguno podía creerlo, se habían marchado de una isla para acabar en otra? Todo parecía obra del caprichoso destino, pero desde allí arriba se veía todo tan bonito que ninguno se atrevería a llevarle la contraria al mismo.
La alfombra voladora comenzó a descender y Firulais a mover su cola de forma insistente, se le veía contento, expectante, con ganas de empezar una nueva aventura en aquella isla que, por qué no decirlo, se trataba de nada más y nada menos que Hawái.
Aterrizaron en una de las magníficas playas de la isla y desmontaron. Extrañamente, la playa estaba bastante vacía teniendo en cuenta el lugar en el que se encontraban.
-Mira.-le dijo el genio al periodista, señalando con su dedo el cartel que colgaba sobre la puerta de una cabaña y que rezaba: "Bienvenidos a casa, querido genio periodista y Firulais".
-Falta una coma.-se quejó el periodista, que debido a su profesión no podía no fijarse en cada error ortográfico que se cometía y, en este caso, faltaba una coma entre genio y periodista que lo irritaba, pero no debía dejar que aquello le afectase, habían ido allí a pasarlo bien.
-No te quejes tanto y entremos, anda.
-Tienes idea de quién puede haber hecho esto?
-Ni la más mínima.-confesó el genio-.¿Los chicos, tal vez?
-Tal vez.-respondió, aunque no muy convencido.
Entraron en la cabaña, no era muy grande pero estaba bien para dos personas. Había una cama grande en el único cuarto de la casa, una pequeña cocina, un salón que solamente tenía un sofá de dos plazas, suficiente para ellos y un baño.
-¿Te importa que tengamos que compartir la cama?-preguntó el genio.
-En absoluto, hombre.
No llevaban equipaje, la marcha de la otra isla había sido inmediata, además ellos no necesitaban maletas ni nada para estar en aquella recóndita isla.
-Voy a dar un paseo.-anunció el genio-.¿Vienes?
-Estoy un poco cansado, creo que voy a echarme un rato, luego te acompaño, va?
-Vale, nos vemos luego. Firulais, vienes?
El perro no se inmutó, así que el genio partió hacia su aventura de investigar la isla con su única compañía.

El periodista despertó mucho tiempo después de un sueño confuso y poco reparador y cayó en la cuenta de que ya había anochecido, pero no había rastro del genio por ninguna parte y comenzó a inquietarse. ¿Dónde podía estar a aquellas horas? Vale que era mágico, pero aún así, uno se preocupaba por su seguridad.
Decidió que era un hombre inteligente, así que sabría apañárselas solo, por lo que no empezaría a preocuparse a no ser que no volviese en menos de una hora.

Lo cierto era que el periodista no podía sacarse aquel sueño de la cabeza. ¿Realmente estaba tan cerca de besarle? ¿Había iniciado él la acción o había sido... la otra persona? ¿Cómo demonios había llegado siquiera a plantearse aquello? Él había sido un hombre guapo, prometedor, que siempre había tenido a las chicas enamoradas en el instituto y la universidad y tenía que reconocer que muchas le habían robado el sueño en más de una ocasión. Por eso no entendía aquello, cómo podía ser que ahora aparentemente le gustasen también los hombres?
-Los hombres no.-reflexionó en voz alta.-Uno en concreto-.susurró, como con miedo a que alguien lo oyese.
Estaba planteándose si comentárselo al genio cuando volviese o no, cuando oyó el picaporte de la puerta. Respiró aliviado, el genio debía de haber vuelto por fin. Sin embargo, Firulais no se inmutó y el sonido del picaporte cesó, como si nunca hubiese existido. Todo aquello le parecía al periodista muy extraño. Abrió la puerta y salió al exterior, pero efectivamente allí no había nadie. Regresó al salón y se percató de que la alfombra mágica no estaba en el suelo, donde la habían dejado al llegar. Aquello era definitivamente muy raro.
-No crees?-le preguntó a Firulais, que ni siquiera se dignó a mirarlo.
Entonces entró a la habitación en busca de no sabía muy bien el qué, hasta que lo recordó. La foto. Tenía que encontrarla. Algo le decía que en ella se hallaba la respuesta. La encontró pegada a una hoja de su libreta de anotaciones, pero el lugar en el que con anterioridad se encontraban él y el genio ahora solo estaba él, en la misma posición y el mismo sitio, pero sin su compañero de viaje. Aquello lo atemorizó. No entendía nada. Nada tenía sentido. Era como si el genio hubiera desaparecido.
Salió de la cabaña seguido por Firulais y un impulso que le decía que así debía ser y entonces la pieza que faltaba en el puzzle hizo click en su cabeza. Y la falta de coma y la única cama en la cabaña ahora tenían sentido. Claro, porque cómo no iban a saber las personas que le habían regalado aquella cabaña qué huéspedes se hospedarían en ella.
-Cómo no he podido darme cuenta antes?-preguntó a la oscuridad de la noche-.¿Cómo demonios he podido estar tan ciego?
Regresó al interior de la cabaña y se sentó en el sofá. De repente todo tenía sentido, todo volvía a tener lógica y la coma no faltaba y la cama no era pequeña y no estaba enamorado de aquel hombre. Simplemente por el hecho de que aquel hombre, aquel genio que había concedido el deseo a los aventureros de la Bellis Perennis, aquel magistral chico que les había concedido una nueva oportunidad en Bora Bora, no existía. O para ser más exactos, sí existía, pero no era una persona diferente.
"Bienvenidos a casa, genio periodista y Firulais". Genio periodista iba seguido sin separación, porque ambos eran la misma persona. Entonces lo entendió, nunca había habido un nosotros, siempre había sido él, que nunca había creído en todo lo que era capaz de hacer por si mismo, en sus cualidades y capacidades, hasta aquel mismo momento.
Porque las piezas encajaban y Firulais solo tenía un dueño; él.
Porque él podía ser todas las personas que quisiera ser sin necesidad de nadie más.
Porque era él y siempre había sido él.
El genio, el periodista, el mago, el vidente, el escritor de largos párrafos cargados de emoción... pero hasta aquel momento no había podido verlo porque no había creído en si mismo.
Por eso aquello de que el comienzo de una nueva historia siempre supone el final de otra... o no, como en este caso, porque él seguía siendo genio y seguía siendo periodista, sin necesidad de que ninguna de las dos partes de si mismo se acabase para que la otra pudiese comenzar.

Este es un sitio web satírico. No lo tomes en serio. Es una broma.